24 enero 2010

Para Mariví (Barcelona)

Habrás visto, Mariví, o irás viendo que los reporteros de La Zarza virtual, altruistas y muchas veces anónimos, nos sirven en bandeja las más diversas noticias y reportajes sobre temas de nuestro pueblo y sus gentes. En esta ocasión es Francisco Martín (Paco) quien nos envía estas imágenes del viejo telar de tu abuelo Valeriano en las que vemos la puerta, ventana y detalles. El abandono es manifiesto; una constante en un pueblo, que pierde población año tras año; pero ahí están esas manos, tus manos, mejor dicho el contorno de las manos de tu madre, ahí están aguantando el paso del tiempo y con buen aspecto a pesar de la pátina de verdín que las cubre, debido a las últimas lluvias y humedades, como si se tratara de unos guantes de latex que las protegen del paso del tiempo. Curiosas imágenes, que te evocarán los días de tu última visita a La Zarza. Curioso también el dintel de la ventana con las estrellas o luceros.
Gracias, Paco, por tu aportación.

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6 comentarios:

Unknown dijo...

Tal vez, la pátina de verdín protege la roca y lo que ella incluye. Quizás, el musgo sobre la piedra nos indica que la naturaleza siempre se abre paso a través del tiempo y la memoria.
El ser humano abandona lugares, objetos, situaciones y a otros seres, la naturaleza siempre está ahí, no abandona nunca.

Isabel Martín Hernández dijo...

En varias ocasiones he intentado, mirando por la ventana, poder ver el telar de madera que dicen los del pueblo que hay dentro; sin embargo, en vano, nunca lo he logrado, ya que son bastantes las zarzas que cubren la pared. Aún así, no sé por qué extraña razón, aunque bien sé que no podré, todos los años me acerco a mirar. Como os comento, igual os parece una tontería, pero siempre me ha llamado mucho la atención ese lugar. Es como si consiguiendo ver el viejo telar, pudiera viajar atrás en el tiempo, y sentir cómo vivían nuestros antepasados, queriéndome también apartarme de tanta modernidad. Es curioso lo importante que puede ser para una persona ver un trozo de madera con carcoma; y, sin embargo, para otra gente, no es más que algo sin valor, sin importancia.

Muchas gracias, Paco, por las fotos, en esta ocasión al ver sobre todo la de la ventana, me ha apetecido mirar por ella. Sin embargo, en esta ocasión deberé esperar para poder acércame más.

¡A ver esos reporteros si consiguen la exclusiva del telar de madera!

Isabel

Manuel dijo...

Pues la solución puede ser sencilla, si nos enteramos a quién pertenece el telar y sobre todo quién tiene la llave. El resto, será cosa de los flashes que nos mostrarán que es lo que queda de aquel viejo telar. Me gustará ver todo aquel mágico entramado que en más de una ocasión vi funcionar cuando era pequeño y ante mi pasividad o perplejidad, el Sr. Valeriano explicaba y explicaba como para satisfacer la curiosidad que vería en mí y mi ensimismamiento ante aquella urdimbre en movimiento.
Buscando en la red algún gráfico sobre la estructura de un viejo telar me encuentro esto:

EL TELAR, HERRAMIENTA DE BELLEZA
¿Cómo habrá sido el hombre que, uniendo toscos maderos y enlazando hilos en una y otra dirección, hizo la primera tela en el primer telar? ¡Cuál habrá sido su asombro y qué grande su felicidad! Es sabido que los primeros tejedores se inspiraron en el arte de la cestería, y aún hoy siguiendo técnica ancestral, moviendo sus agujas con manos veloces, tejen y tejen de un modo artesanal.
Pero ¿quién habrá Inventado el telar? Probablemente los primeros telares tenían la forma mas elemental: dos ramas rectas, dispuestas en forma paralela, entre las cuales se tendieron los hilos de la urdiembre: para tensarla y poder cruzar la trama, la primera se ató a un árbol y la segunda a la cintura de¡ tejedor: tirando el cuerpo hacia atrás, la urdiembre se tensaba y era posible tejer. Más tarde, el hombre Inventó el bastidor: cuatro maderos formando un rectángulo; la urdiembre se tendía paralela al lado mayor y los hilos de la trama, paralelos al lado menor. Para aliviar el trabajo y perfeccionar la labor Invento el hombre los lizos, varillas para mover al unísono hilos de la urdiembre, de modo que la trama se Introdujera en forma pareja y eficaz: más tarde se inventó la lanzadera y atando los lazos a unos pedales, hizo de¡ telar primitivo un aparato complejo, de gran practicidad. El Renacimiento y la Revolución Industrial hicieron de la artesanía una Industria cuya mejor expresión actual , es el ultraveloz telar circular. Pero estos modernos aparatos, tan automático, son casi telares sin tejedor. En cambio aquellos viejos telares artesanales eran herramientas más próximas y mas sencillas, Eran como un plano de trabajo, un pentagrama en donde componer la sinfonía, un jardín donde cultivar las flores mas coloridas y hermosas. Mansamente, en el viejo telar la técnica sencilla se brinda al servicio del arte, del arte mejor.
¡Qué lección, la del viejo telar! Dos direcciones contrapuestas, la del hilo de la urdiembre y la del hilo de la trama, hallaban su armonía final en la consumación del tejido. Y eso la lograba, el tejedor, hilo por hilo, punto por punto, repitiendo una y otra vez la misma y sistemática acción. Pero el sistema fue dócil para el empeño de la Imaginación, e Introduciendo variaciones creativas en la técnica monótona y repetida, el tejedor logró hacer que el paño fuera obra de un arte inspirado y feliz ¡cuanto debiéramos aprender - en esta era del ordenador - de aquella fantástica capacidad artística del tejedor artesanal!: hacer que el tejido diga tantas cosas sin perder su virtualidad...
¡Qué lección, la del viejo telar! lección de ética y de estética, símbolo de la laboriosidad y herramienta de la belleza, mecanismo que obliga a un orden sin cercenar la imaginación, que alienta a la perseverancia y rinde al lirismo el homenaje de la obra concretase.
¡Quién tuviera un telar, para poder tejer ensueños como el tejedor artesanal!

Anónimo dijo...

Estas en casi todo ¿eh Manolo? En cualquier momento das una información o abres el camino para ampliarla. Igual contestas a uno de Aldeadavila que facilitas datos a una nieta del tio Valeriano o que nos haces un reportaje fotográfico.
El señor Valeriano, aparte de tejedor, creo que tenía un cargo público y cuando alguien tramitaba un asunto, había que ir a su casa para sellar o registrar algún documento.
Recado éste que los chicos, aprovechábamos para hacer una visita al telar y observar como el ovillo de cuerdas corría de un lado a otro entre las varillas del telar y como iba saliendo la manta trapera
Por mi parte decirle a Mariví e Isabel que, por este motivo, el telar del tio Valeriano también para mi es un recuerdo constante. Pues es un sitio de paso obligado porque vivo en la calle Union. Así no fue inconveniente alguno obtener las fotos de la fachada.
Este telar, junto con el molino que había a las afueras, eran las dos industrias del pueblo, cosas que uno recuerda sin querer.
Recuerdo el ruido y movimiento de las correas y poleas del molino, igual que el movimiento del ovillo entre el entramado de alambres del telar.
(Paco)

Unknown dijo...

Isabel, tal vez esté equivocada, pero pienso que las situaciones, las personas y los objetos no tienen importancia innata o intrínseca. Tienen la importancia que se les quiera dar. Por ejemplo, para tí, para mí y para otras personas el telar del abuelo Valeriano tiene un elevado valor. Ello es debido a que es un componente ligado a la historia de la familia y a las emociones que ello despierta.

Por cierto, yo no sé si aún existe. Y si existiese, cómo acceder a él.


Mariví.

Isabel Martín Hernández dijo...

Así es, Mariví. Todo en esta vida tiene la importancia que cada uno le quiera dar. Saludos, prima lejana.